Según la OMS, el 9% de la población tiene algún tipo de problema de salud mental y el 25% lo tendrá en algún momento a lo largo de su vida. En España el 6,7% de la población sufre ansiedad y exactamente la misma cifra de personas padece depresión (Encuesta Nacional de Salud de España, ENSE, 2017). Desgraciadamente, debido a la situación de emergencia sanitaria, económica y social, está situación se está viendo agravada en gran escala, así como las dificultades de acceso de estos pacientes a los servicios de salud mental.
Muchas personas que nos dedicamos a la salud mental nos hemos centrado en la aplicación terapéutica del yoga en la salud, con la comprensión de que el yoga no puede ser utilizado como una simple herramienta para calmar el estrés o como una ‘píldora’ que, administrada hábilmente por nosotros, acabará con los síntomas de ansiedad y de depresión.
La bondad y la eficacia del yoga descansan en el empoderamiento de la persona en el mantenimiento de su propia salud y en la visión de ésta como un proceso dinámico y continúo, basado en la integración de todos los niveles de experiencia del ser humano (físico, mental, emocional, social y espiritual). Más que una práctica, es una forma de ser y estar en la vida. El yoga no sólo supone un estilo saludable de vida y una herramienta de afrontamiento del estrés, sino que además actúa sobre el origen de los desequilibrios que conducen a la falta de salud, integrando todos los niveles de experiencia y facilitando la recuperación del equilibrio del organismo. Cualquier transformación surge desde ‘dentro’, es el resultado de la práctica personal y, por lo tanto, también, es un asunto de responsabilidad individual, de voluntad, de perseverancia y de aplicación de todos sus principios éticos y de convivencia, en todos los aspectos de nuestra vida.
Los que tenemos un compromiso con la enseñanza, divulgación, investigación y/o aplicación del yoga en la salud, sabemos que sólo somos un instrumento para acercar y compartir con los que nos lo piden, lo que nosotros aprendemos y experimentamos con nosotros mismos. Entendemos que no somos los artífices de las mejoras en su salud o en el crecimiento espiritual de quien practica con nosotros o acude a nuestra terapia.
Si creemos que simplemente aplicando unas técnicas de yoga en nuestras clases o en nuestras sesiones terapéuticas nuestros pacientes van a recuperar su salud, estamos, quizá sin ser conscientes, aplicando el mismo modelo alopático de recetar una píldora para corregir o acallar los síntomas.
Pensar que la transformación y la recuperación del equilibrio y la salud de los demás dependen de nosotros es, cuanto menos, una clara señal de ignorancia (Avidya) y de un ego descontrolado (Asmita), dos de las 5 aflicciones psicológicas o kleshas que distorsionan nuestra percepción de la realidad.
No existe una falsa humildad en este reconocimiento. Ser un instrumento de algo más grande es, en sí mismo, una bendición y un privilegio. Parafraseando al Dr. Ananda Balayogi Bhavanani, director del Centro de Terapia de Yoga Educación e Investigación (CYTER, Sri Balaji Vidyapeeth University, Pondicherry, India) ‘qué afortunada es la flauta de Lord Krishna, de poder ser el instrumento por el que la divinidad toca su música’.
Gracias Laura, muy inspiradora la frase de la flauta de Lord krishna, lo he leído en el momento más oportuno.
Coincido contigo en lo que compartes en esta maravillosa píldora.
Gracias!!!!
Mar
Gracias Mar! Me alegro de que te sirva!
Laura
Me ha encantado el artículo, muy interesante el empoderamiento de cada uno a través del yoga!!!
Gracias Irene por tu comentario!