Viajar a tierras lejanas nos ayuda a recordar que no hay razones absolutas y nos invita a interpretar la vida como eso, un viaje lleno de descubrimientos, en el que cada día emprendemos un camino incierto, lleno de sorpresas, de lugares y gentes desconocidas, donde tendremos el privilegio de vivir momentos nuevos e irrepetibles, sin apegarnos a lo que vamos descubriendo, porque el camino continúa y es improbable que volvamos a pasar por el mismo lugar y porque de nada serviría intentar apropiarnos de lo que ya ha quedado atrás.
Éste es el yoga del viajero. La vida como un gran viaje en el que todo es nuevo y todo está por descubrir. Vivir el momento como una oportunidad única que nunca más volverá a repetirse. Vivir momentos y encuentros y experimentar sensaciones con la perspectiva de la primera vez. Sin asentarnos en ningún lugar, sin apropiarse de lo descubierto, sabiendo que estamos de paso, que no pertenecemos a ese lugar. Preparar cada día una nueva etapa del viaje, recordando las anteriores con la ilusión de lo que todavía queda por descubrir. Dejar el equipaje en la habitación del hotel y salir a la calle con las manos en los bolsillos.
Cuando viajamos a un país lejano se despierta nuestra curiosidad. Nos interesa saberlo todo acerca de la cultura, las tradiciones y la gente del lugar. Del mismo modo, la actitud del yoga del viajero, se manifiesta en el interés por el descubrimiento, la receptividad y la empatía hacia las personas que encontramos en el viaje de la vida.
En un viaje a un país lejano no hay lugar para la rutina. Cada día se presenta como una nueva aventura, en el que dejamos lugar para la improvisación, en el que vamos aceptando y asimilando las experiencias sin prejuicios, porque carecemos de un conocimiento previo. Llevar esta actitud a la vida nos aportará frescura y espontaneidad y nos permitirá vivir de una forma más intensa y más plena.
Cuando viajamos a un país lejano, no sólo admitimos el cambio, sino que disfrutamos del mismo como algo intrínseco a la naturaleza del viaje. Del mismo modo, el viaje de la vida puede representar, por su propia naturaleza, nuestra mayor y más interesante aventura.