La meditación de la compasión

Compasión significa “pasión compartida”, “sufrir juntos”. No es que literalmente tengamos que sufrir con el otro pero sí comprender su sufrimiento y hacer lo posible por aliviarlo.

En la meditación de la compasión, desarrollamos un sentimiento de aceptación y de paz en nuestro interior, de reconocimiento y de amor hacia nosotros mismos. Una vez que nos fortalecemos estos sentimientos, comenzamos a expandirlos, proyectando bondad, comprensión y empatía hacia los demás. Hacia nuestros seres queridos, hacia personas neutras e incluso hacia personas que nos despiertan antipatía.

Nos hacemos conscientes de que todos ellos son seres que sufren y que, como nosotros, merecen ser felices. Los aceptamos, los perdonamos por el daño que hayan podido provocarnos y les deseamos que puedan encontrar el amor y la aceptación en la vida.

Finalmente, todo esto cobra sentido si somos capaces de llevar esta voluntad desarrollada en la meditación a la vida cotidiana, manteniéndola viva y consciente en nuestras palabras, pensamientos y acciones. 

La compasión es un sentimiento creativo que nos aleja de la ira y de la aversión y siembra semillas positivas en nuestra conciencia. La compasión despierta la transformación interior y es el fundamento de un cambio positivo en nuestras relaciones y en el avance hacia una sociedad menos egoísta y más tolerante. 

El Dalai Lama dice: “Si quieres que otros sean felices, ten compasión, si quieres ser feliz, ten compasión”.

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